Nuestro sábado dio comienzo alrededor de las ocho de la tarde de la mano de Tame Impala. La banda de rock psicodélico logró ser una excelente manera de abrir nuestra tarde musical, pese a ser una actuación temprana, con un sol todavía fuerte y un calor demasiado patente en el Escenario Maravillas.
Los australianos tocaron todas y cada una de las canciones de su único disco, InnerSpeaker, brindándonos una calidad musical impecable; aunque hay que reconocer que fueron perdiendo la fuerza con la que arrancaron su actuación, y que les faltó actitud frente al público. Echémosle la culpa al calor...
Una vez puesto el sol apenas dos horas y media más tarde, y esta vez en el Escenario Fiberfib, hicieron su aparición, con rigurosa puntualidad, los londinenses Bombay Bicycle Club. La banda de Jack Steadman tocó con su peculiar estilo e hizo cantar a un público expectante dividido en un conflicto de intereses entre ellos y Mumford & Sons, los cuales estaban a punto de dar comienzo a su espectáculo a apenas unos metros de distancia.
He escuchado todo tipo de críticas: comentarios que tachaban su actuación de sosa y apuntaban a un sonido no demasiado definido, y otros que, por el contrario, quedaron encantados con su debut. Personalmente, es con estos últimos con los que me posiciono yo; tal vez porque para mí formaban parte de mi cabeza de cartel, tal vez porque los viví desde primera fila, o tal vez porque canté sus canciones con tantas ganas que sólo podía disfrutarlo, pero me pareció un gran concierto.
Sin poder ver terminar a Bombay Bicycle Club y perdiéndome la que, para mí, es una de sus mejores canciones, 'What If', con la que parece ser, concluyeron, salí corriendo hacia el Escenario Maravillas, donde Mumford & Sons ya habían comenzado su actuación. La banda inglesa de folk no defraudó en ningún aspecto: sonido perfecto, voz envolvente, dinamismo e interacción con el público y, en general, gran potencial. Tocaron la gran mayoría de las canciones de su único disco, Sigh No More, pero también nos deleitaron con algunas nuevas, parte de su próximo (y esperamos temprano) trabajo. Sin duda alguna, fueron dignos de ver.
Nos quedamos sin ver a Beirut muy a nuestro pesar, pero las circunstancias no lo permitían si queríamos coger una buena posición para disfrutar de lo que estaba por venir. Poco más de media noche y una vez habíamos despedido ya a Marcus Mumford y los suyos, era el turno de los monos.
Arctic Monkeys se hicieron de rogar unos minutos, tiempo suficiente para incrementar las ganas y la expectación fijada por todos los allí presentes.
Y la espera mereció la pena. Los de Sheffield nos ofrecieron un espectáculo memorable y, lograron combatir y compensar con creces el mal sabor de boca que dejaron con su último concierto en Madrid el pasado año. Alex Turner, Jamie Cook, Matt Helders y Nick O'Malley llevaron a cabo la presentación de su nuevo disco, Suck It And See, con gran aceptación y éxito. Temas como 'The Hellcat Spangled Shalalala', 'Brick By Brick' o 'Don't Sit Down Cause I've Moved Your Chair' sonaron perfectas desde la multitud, que las coreó de principio a fin y las disfrutó casi tanto como otras tan míticas y tan esperadas como 'When The Sun Goes Down', que marcó un antes y un después en su actuación e hizo al público cantar con todas sus fuerzas.
Los británicos alternaron canciones de todos sus álbumes de estudio y nos regalaron tres bises, eligiendo muy oportunamente '505' para concluir lo que fue la demostración de que siguen siendo los más grandes.
Poco se movió la movilización de masas allí reunida. Por si fuera poco el espectáculo que había recogido el Escenario Maravillas esa noche, todavía faltaba por actuar Primal Scream.
Más de veinte años después de la publicación de su primer disco, y exactamente veinte años después del lanzamiento de su gran éxito, Screamadelica, los escoceses Primal Scream fueron acogidos con los brazos abiertos por personas de todas las edades y de todas las nacionalidades que recogía el festival. Y no era para menos. Nadie mejor que ellos supo rescatar hits de la talla de 'Movin' On Up', 'Come Together', o 'Loaded', y lograr que sonaran con la misma fuerza que lo hicieron allá a principios de los 90.
No perdieron el ritmo en ningún momento, y no se despidieron sin antes tocar canciones como 'Country Girl', 'Jailbird' y su mítica, pero no por ello menos espectacular, 'Rocks'. Cualquiera diría que por Bobby Gillespie no pasan los años.
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